Trabajar en la refrigeración industrial para «estar en constante movimiento»

Trabajar en refrigeración industrial

Trabajar en la refrigeración industrial es «estar en constante movimiento», nos cuenta el técnico frigorista de J. Garrido, José Antonio García Vázquez. Su día a día, explica, consiste en realizar reparaciones y mejoras en las instalaciones de los clientes, y también, claro, acometer obras nuevas. ¿Lo que más le gusta? «No hacer un trabajo repetitivo, llegar por las mañanas y no saber qué me va a deparar el día. Yo no podría trabajar sentado delante de un ordenador ocho horas».

Trece años trabajando en el sector de la refrigeración industrial, o, como él lo llama cariñosamente: “el rollito del frío”, y sigue gustándole tanto cómo el primer día. «Llego a las 8:00 de la mañana a la nave. Cuando se organiza el trabajo del día y me dan las tareas y avisos a responder, preparo la furgoneta con todas las herramientas y materiales necesarios y me pongo manos a la obra». Y así hasta que finalizan las tareas del día y se gestionan los partes.

Trabajar en refrigeración industrial

Siempre le habían gustado la mecánica y la electricidad, pero no quería, ni ser electricista, ni ser mecánico. Así pues, la elección estaba clara: y es que la Refrigeración Industrial lo tiene todo: «fontanería, electricidad, electrónica y mecánica, todo en uno».

Dispuesto a aprender de todo y fan de los retos, cuenta que, recientemente, ha tenido que manipular un equipos frigoríficos de CO2, algo que nunca había hecho. «Estamos acostumbrados a trabajar con gases refrigerantes de Freón y encontrarme una central frigorífica de CO2 pues fue más que complicado», pero salió de la empresa airoso.

No tanto, o al menos no tan limpio, de una instalación que recuerda entre risas. «Estábamos preparando las nuevas cámaras» y «tuvimos que realizar toda la tirada de tuberías por unos techos que hacía años que nadie pisaba: al salir de allí no parecíamos ni nosotros, ¡llevábamos encima años y años de polvo! Eso sí: dejamos el techo impoluto».

Confiesa también que es muy despistado. «Cualquier día de estos me dejo la cabeza en la casa». Así, relata que, tras volver de realizar un trabajo en las instalaciones de un cliente, no lograba encontrar la tablet. Y por más que la buscaba, nada. Al final resultó que se la había dejado encima de la furgoneta, y no se habría enterado de no ser porque el cliente lo vio en las cámaras. «¡Menos mal que nos la guardó a buen recaudo y no sufrió daños!»

Medidas de seguridad

Respecto a las medidas de seguridad sanitarias que se implantaron hace ya más de un año, explica que al principio le costó un poco adaptarse. «Sobre todo estar todo el día con la mascarilla… Pero ya estoy más acostumbrado. Algunos no se acordarán de mi cara ya», bromea.

Como ya sabéis, en J. Garrido no se dejó de trabajar ni siquiera durante el confinamiento porque, desde el principio, fuimos considerados servicio esencial. Y es que mantener la cadena de frío en los productos alimenticios siempre es fundamental, pero en un estado de alarma es primordial. Por eso seguimos trabajando, debidamente protegidos, para que todo aquel que necesitara de nuestros servicios, pudiera tenerlos.